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Los «dioses egipcios» ocupaban un papel central en la vida de esta antigua civilización. Muchas deidades tenían relaciones especiales con otras divinidades, a menudo asumiendo aspectos de esos dioses, de tal manera que se creó una nueva deidad sincrética. Vemos esto especialmente con el dios Amón y la diosa Bastet.
La asociación de Amón con el dios del sol, Ra, creó la deidad sincretizada Amón-Ra, y de esta forma, Amón se convirtió en la deidad suprema de Egipto durante el Nuevo Reino. Bastet, por otra parte, no se combinó con una segunda deidad, sino que fue vista como el avatar tranquilo y afectuoso de la diosa con cabeza de león Sekhmet (Sejmet), que una vez se desató y trató de matar a toda la humanidad.
Sekhmet, a su vez, era considerada una manifestación violenta de la diosa con cabeza de vaca, Hathor. La sincretización no era la única forma en que se establecían o cambiaban las relaciones entre las deidades egipcias. En ocasiones puede ser difícil establecer qué deidad era la consorte o el hijo de qué otro dios o diosa, ya que estas agrupaciones podían cambiar según el lugar y el período de tiempo.
Por ejemplo, uno de los dioses egipcios, Khnum, tenía sus principales centros de culto en el sur de Egipto, cerca de la fuente del Nilo, se convirtió en el esposo de las diosas Satis, Menhit y Neith, mientras que el dios Jonsu era adorado como hijo de Amón y Mut en el sur de Egipto, como hijo de Ptah y Sekhmet en el norte, o como hijo de Hathor y Sobek en el Templo de Kom Ombo en el centro de Egipto, menuda liada ¡verdad!.
Generaciones familiares
La Enéada Heliopolitana (Nueve Dioses Egipcios) representaba a cuatro generaciones de la misma familia. Sin embargo, estas agrupaciones eran de una sola familia nuclear de dos padres y un hijo, conocida como “tríada”. Aunque un templo puede estar dedicado a un solo dios como Horus, ese templo no dejó de incluir tanto a la consorte del dios como a su hijo o hija en la mitología egipcia.
Hay múltiples mitos de la creación en los dioses egipcios, los principales centros religiosos de Hermópolis, Tebas y Menfis tenían cada uno su propio mito de creación, y aunque algunas deidades, como Thot, pasan de una cosmogonía a la otra, estos relatos son en gran medida independientes unos de otros. Las tres ciudades mencionadas eran todas grandes e importantes, pero el estatus no era necesario para que un lugar tuviera su propio dios creador y su propio mito de creación.
Lo vemos con el dios con cabeza de carnero Khnum, cuyos principales centros de culto estaban lejos de las sedes del poder, y que era considerado como el creador del universo por la gente que lo adoraba en sus santuarios en la isla de Elefantina y en Esna.
Dioses del Antiguo Egipcio
Amheh
Ammit
Amón
Anubis
Apis
Apofis (Apep)
Atón
Atum
Bastet
Bes
Geb
Hathor
Heka
Horus
Isis
Khnum
Khonsu
Maahes
Maat
Mafdet
Mehen
Menhet
Mut
Neftis
Neith
Nun
Nut
Osiris
Ptah
Ra
Sekhmet
Serket
Seth
Shu
Sobek
Tefnut
Thot
Tueris
Faraones y dioses egipcios
Debido a que los faraones eran considerados como los hijos de algunos dioses egipcios (de forma variada Horus el Joven o Amón-Ra, dependiendo del período histórico), la religión egipcia estaba estrechamente aliada con la política. El faraón tenía el poder de crear y dotar templos para la adoración de los dioses. Vemos este tipo de cambios especialmente durante el Nuevo Reino. Es decir, cuando el faraón Amosis I derrotó a los hicsos invasores, que se habían apoderado de Egipto, afirmó que su victoria era el resultado por el apoyo de Amón.
A partir de entonces, los faraones se declararon hijos de Amón-Ra. Esto causó un aumento en la popularidad del culto de Amón, para el cual se construyó el vasto complejo del templo de Karnak. De manera similar, durante el reinado de los Ptolomeos, el interés en la diosa Isis aumentó el número de devotos de su culto, que se extendió más allá de las fronteras de Egipto hasta Grecia y Roma. Un mito famoso es “El Velo de Isis”, el velo que le cubría la cara indicaba el misterio de sus conocimientos.
Los faraones también podían cambiar (o al menos intentar cambiar) la práctica religiosa por decreto. El faraón Akenatón es quizás el más conocido por esto, habiendo declarado prohibido el culto tradicional politeísta cambiándolo a uno monoteísta centrado en el dios sol Atón. La herejía de Akenatón fue muy resentida por su pueblo y no duró más que su propio régimen; sus reformas fueron revertidas por su hijo, Tutankamón.
Los cambios instituidos por otros monarcas tenían un poder de permanencia mayor. Esto fue en la creación de Ptolomeo I de la nueva deidad Serapis. Serapis era considerado el consorte de Isis y era una sincretización del dios Osiris y el toro Apis. Tenía algunas características griegas y fue un intento por parte del faraón griego de crear similitudes entre griegos y egipcios que vivían bajo su gobierno.
Referencias
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