La «mitología hebrea» conocida también como «mitología judía», es un análisis académico de los mitos contenidos en el Libro del Génesis, el relato bíblico de la creación. En él sus autores analizan conjuntamente a la luz de la antropología y la mitología moderna. Narraciones sobre fuerzas cósmicas, divinidades, ángeles y demonios, gigantes y héroes del Génesis y de otras fuentes antiguas hebreas y arameas, todo basado en el monoteísmo. Desde hace mucho tiempo y a lo largo de toda la historia de la humanidad se ha tratado de comprobar si en realidad existe un Dios omnipotente. La mitología hebrea como bien sabemos está compuesta por narraciones sagradas, la biblia es su escrito más antiguo fue escrita en hebreo, arameo y griego.
La biblia está dividida en el antiguo y nuevo testamento los cuales constan de 33 capítulos cada uno, como por ejemplo, mateo, apocalipsis, romanos, génesis que también constan de narraciones como el Diluvio, la Torre de Babel, el final de todos los tiempos, el nacimiento de los patriarcas y otros narraciones describidas en la biblia. Tiene tradiciones propias de su religión que han estado presente desde el año 616 a.C. aproximadamente. Abraham es uno de los personajes más importantes de esta religión el cual fue mandado por Dios para liberar a su pueblo hebreo de los yugos de la esclavitud y guiados por este mismo a Canaán, la tierra que Dios les había prometido.
Esta es una de las religiones que más generaciones ha abarcado, aunque para muchos es un mito más hay muchas pruebas que confirman que es real como hallazgos arqueológicos. Su religión es un plan de vida o un estilo de vida donde el centro de todo es el amor y la fe en un ser supremo que es omnipresente. Pero él, está en cada momento de nuestra vida ya sea malo o bueno. Para los judíos, Dios consolidó a la nación hebrea como su único pueblo. Aun así, la mitología hebrea cuenta historias que narran acontecimientos de la vida en ese tiempo.
Mitos y leyendas
Hebreos influenciados por Egipto y Mesopotamia
Traducción literal del Antiguo Testamento
La cultura faraónica ha dejado una gran huella en la «cultura hebrea» con pensamientos tomados de textos sagrados egipcios. Esta evidencia demuestra la riqueza de la civilización del Valle del Nilo cuando se consideraba a Egipto una de las cunas del conocimiento. Algunos pasajes de la Biblia (traducidos literalmente) no tienen sentido. Esto es debido a que los copistas del Antiguo Testamento se vieron influenciados por algunas expresiones en la «mitología egipcia».
Un ejemplo claro lo encontramos en el pasaje del Génesis en el que leemos: “Jacob dijo a su padre: “Anda, levántate, siéntate y come de mi caza, para que me bendiga tu alma” (Gn 27,19). Existe algo que no encaja en el relato. Cuando leemos: “Anda, levántate, siéntate…”, pensamos que quizá hay un error en la transcripción. Pero no. Seguramente estemos ante la copia de un antiguo texto faraónico hoy perdido. En el egipcio clásico el verbo aja, “levantarse”, era empleado a modo de introducción de una oración, es decir desempeñado el mismo papel que “anda”.
Lógicamente, no se ordena que camine o que se levante, sino que es una expresión similar a cuando en español empleamos: “Venga, vamos”, con el fin de dar a entender una acción en la que se motiva a otra persona a hacer algo. Por lo tanto, la traducción correcta, aunque más coloquial, debería ser “Anda, venga, siéntate…”. Este ejemplo, es uno de los que podemos encontrar leyendo con cuidado las Sagradas Escrituras, nos está hablando de la importancia y la presencia de la civilización egipcia en los orígenes de la traducción judeocristiana.
Representación de dos peces
Las paredes de las tumbas egipcias estaban repletas de escenas que en muchas ocasiones reconstruían la vida cotidiana de los allí enterrados. Esas pinturas o relieves tenían una finalidad en verdaderos textos sagrados, protagonistas de un ritual de perpetuidad: conseguir que el difunto pudiera seguir viviendo en el Más Allá durante toda la eternidad. La tumba número 25 de la zona de los nobles de Asuán, al sur del Valle del Nilo, presenta a los dos propietarios de la sepultura. Nekhu y Sabni, que vinieron durante el reinado de Pepi II (2200 a.C.).
Padre e hijo, canciller del rey y supervisor de Alto Egipto, salen pescando en los marjales montados en sendas barcas de papiro. Junto a ellos, están los miembros de su familia, sus hijos e hijas. La escena es perfectamente simétrica y gira alrededor de dos grandes peces que pueden verse en el centro de la pintura. Mil años después, en las tumbas de los nobles de Tebas, el actual Luxor, podemos ver una imagen idéntica con protagonistas similares, por ejemplo, en las tumbas de Naj (TT52) o la de Menna (TT69).
Todo parece indicar que la presencia de los dos grandes peces no es casual. Son dos animales acuáticos muy concretos, una tilapia y un lates, cuyo significado en el mundo de los símbolos egipcios es perfectamente conocido: el porvenir y la envoltura terrenal. La egiptóloga Desroches-Noblecourt explica el significado de estos símbolos. La pesca mística del difunto en los marjales del Nilo es una muestra de cómo el fallecido intenta hacerse con el “alma del ayer y del mañana”.
Trascendiendo el paso del tiempo fuera del contexto egipcio-faraónico, encontramos este mismo mensaje vinculado a la tradición cristiana: Si observamos el nártex de la basílica francesa de la Magdalena en Vézelay, levantada en el siglo XI, descubrimos un zodiaco en el que el signo Piscis se representa por dos peces. No es algo casual. Como explica Desroches Noblecourt, en este período se tomaron de las tradiciones paganas tardías algunos de sus símbolos más representativos.
Jesucristo y el pez
Los primeros cristianos utilizaron el pez como emblema de su fe, y más en concreto de la figura de Jesús. La razón tiene un sentido doble. Por una parte, contamos con el significado mágico del pez, tal y como hemos explicado: la representación del alma y de la salvación eterna, es decir la resurrección. Por otro lado, sus letras forman el propio nombre de Cristo, un símbolo y utilización mágicos que ha perdurado con el paso del tiempo de una manera sorprendente.
El pez, símbolo por antonomasia de Jesucristo como hijo de Dios y Salvador, en griego se escribe ichtus. La palabra forma un acróstico en el que cada una de sus letras es la inicial del mensaje que se quiere comunicar. Así, “I”, es la inicial de Iesous (Jesús); “Ch”, de Christós (Cristos); “Th”, de Theou (Dios); “U”, de Uios (hijo) y finalmente “S”, de Soter (Salvador), es decir, “Jesucristo, Hijo de Dios”.
El salmo 104 y el himno de Atón
El salmo 104 y su semejanza con el Himno de Atón es asombrosa. No en vano la época en la que se escribió es la que mejor encaja con el mundo bíblico, el reinado de Amenofis IV (1370-1352 a.C.), más conocido como Akenatón, esposo de Nefertiti. El faraón protagonizó uno de los momentos más apasionantes para las investigaciones del Antiguo Egipto: La época de el-Amarna. De su reinado conservamos algunos textos que nos pueden orientar sobre los deseos del soberano con la nueva divinidad, el disco solar Atón.
En este sentido, las semejanzas que se pueden observar entre algunos pasajes del Antiguo Testamento y la nueva religión creada por Akenatón son notables. Vamos a ver algunos de los fragmentos más similares para comprobar que, efectivamente, existe algo más que una simple coincidencia:
Himno A – Cuando te pones en el horizonte occidental, la tierra se oscurece como si estuviera muerta
Salmo 104 y el himno de Atón
Salmo -Tú extiendes las tinieblas, y es de noche
Himno A – Cada león ha salido de su guarida
Salmo – Y en ella corretean todas las bestias del bosque.
Himno A – Cuán numerosas son tus creaciones, ocultas a la vista de los hombres
Salmo – Cuántas son tus obras, Yahvé…
Estas similitudes no son extrañas. Los salmos son un tipo de escritos hebreos en poesía religiosa, que se inspiran realmente en egipcias, sumerias, babilonias y asirias. Los paralelismos entre ambas literaturas son grandes y nos tienen que hacer ver no un burdo plagio, algo que desmerecería realmente del verdadero fin buscado por el autor judío, sino la exaltación de la fe. Copiar de una obra conocida, aunque fuera palabra por palabra y línea por línea, no se entendía como plagio sino como reconocimiento de que el autor que lo había redactado estaba versado precisamente en otras obras.
Moisés inspirado por historias egipcias y mesopotámicas
Moisés y Sargón de Acadia
Sargón no conoció a su padre, hijo de una sacerdotisa del templo de Inanna (Ishtar). Cuando nació Sargón fue depositado en una canastilla de juncos, para que los dioses eligieran su destino, así que su madre lo echó al río. En el caso de Moisés pasa absolutamente igual (Éxodo 2, 1-10). Un hombre de la familia de Leví se casó con la hija de un levita.
La mujer dio a luz a un hijo, su madre vio que era muy hermoso, así que lo mantuvo escondido durante tres meses. Cuando ya no podía ocultarlo durante más tiempo, tomó una cesta de papiro y la impermeabiliza con betún y pez. Su madre cogió y en las orillas del río Nilo, entre los juncos, dejó a su bebé a la deriva.
Moisés y las plagas de Inanna con Šukaletuda
En un poema sumerio llamado “Inanna y Šukaletuda”, datado en el 2000 a.C., nos cuenta la historia de una violencia sexual. Hay una parte de la historia donde la diosa del amor y la guerra va en busca del jardinero Šukaletuda después de haber sido ultrajada. Al no encontrar a su agresor, manda una plaga convirtiendo el agua en sangre. Pasa absolutamente igual en una de las plagas que manda Moisés en el Éxodo. Para el asiriólogo Samuel Noah Kramer, apunta a que la plaga enviada por Inanna, se debe a su desfloración por el agravio físico. No es algo nuevo saber que los hebreos se empaparon de historias egipcias y mesopotámicas.
Moisés y el mago llamado por el rey Esnofru
Hay un relato que sucede con el paso del mar rojo por parte del grupo de hebreos emigrantes hacia la península del Sinaí (Ex 14,5-31). Ese mismo efecto, el separar las aguas por medio de un gesto mágico, lo encontramos más de mil años antes en un cuento egipcio. En efecto el Papiro Westcar (1600 a.C.), conservado en el Museo de Berlín.
La historia relata cómo el mago Dyedi, es llamado por el rey Esnofru con el fin de que recupere una joya del fondo lago, donde disfrutaba de un paseo en barca con un grupo de bailarinas. Para alcanzar la joya, el mago no hace otra cosa que separar las aguas, episodio que encontramos en la vida de Moisés.
Arcángeles
Demonios
Referencias
- La Biblia. Antiguo testamento. Traducción de Alfredo B. Trusso y Armando J. Levoratti. Barcelona 2022. ISBN: 978-84-9953-187-8.
- Los mitos hebreos. 432 páginas, en cartoné. Barcelona: Gredos. 2012. ISBN 9788424936464.
- Los mitos hebreos. Trad. J. Sánchez García-Gutiérrez. 393 páginas, en rústica. Madrid: Alianza. 2000. ISBN 8420635448.
- Dennis, G.: «Demons and demonology», en The encyclopedia of jewish myth, magic, and mysticism.
- J. Baráibar López, “Egipto y la Biblia: paralelos literarios y sapienciales”, Literatura e historia en el Póximo Oriente, Museo Sefardi de Toledo, 1996.
- H. Cazelles, Egipto y la Biblia, EDICEP, Valencia, 1988.
- M.L. García Bachmann, “Una mirada a Egipto desde la Biblia Hebraica”, Antiguo Oriente (2011).
- S. Soler Polo, “El antiguo Egipto según la Biblia”, Revista de historia 125 (2012).
- S. Salama- M.L. Mangado, Moisés y el éxodo: a la luz de las fuentes sagradas y de la egiptología, Grafite Ediciones Baracaldo-Nápoles 1998.
- M.L. Mangado, El patriarca José y la cultura egipcia, Grafite Ediciones, Baracaldo, 1999.
- M.L. Mangado, El Nilo cristiano, Verbo Divino, Estella, 2012.
- J. López, Cuentos y fábulas del antiguo Egipto, Pliegos de Oriente, Ed. Trotta, Madrid, 2005.
- C. Laluette, La Sabiduría semítica. Del antiguo Egipto hasta el islam, Edaf, Madrid, 2000.
- Web dedicada a Inanna (Ishtar), diosa del amor y la guerra en la «mitología sumeria»
- Mitología Mesopotámica, Anunnaki, web dedicada a poemas sumerios.